correo electrónico:
lunaenlozada@gmail.com
todos los jueves de 19 a 20 hs.
desde ABRIL de 2016
por "La Desterrada"
http://www.ladesterrada.com
http://www.ladesterrada.com
Teléfonos: 4383-9773 y 4383-9774
RADIO LA DESTERRADA
jueves, 25 de octubre de 2018
Este jueves 25-10-2018, de 19 a 20 hs., "Luna enlozada" (APOA en radio) con Liliana Allami y María Cheb Terrab + Marina Otero + Priscila Daiana Hernández
Va una nueva invitación desde "Luna enlozada" (APOA en radio) para este jueves 25-10-2018, de 19 a 20 hs., con Liliana Allami y María Cheb Terrab -escritoras- + Marina Otero (en conversación telefónica) desde “Recordar 30 años para vivir 65 minutos” –teatro- + el saludo de Priscila Daiana Hernández desde lo que no vimos de “La Juntada -de APOA- X Festival Internacional de Poesía Joven”... al aire desde http://ladesterrada.com/
Por si no lo pudiste escuchar "en vivo", compartimos el enlace para escuchar el programa!!
https://soundcloud.com/la-desterrada/luna-enlozada-apoa-25-10-2018
FELIZ 2018... COMPARTIENDO "LUNA ENLOZADA" DESDE "LA DESTERRADA"!!
HACER VISIBLE LOS COMENTARIOS (desde facebook):
Priscila Daiana
25 de octubre a las 14:14
https://www.facebook.com/pdhohdp/posts/2513666595318083
El gran Daniel Gradar (Daniel Grad) -tallerista histórico de las pibas en el Hospital Moyano- me invitó a charlar para Luna Enlozada, el programa de APOA en radio. No dije cosas importantes, pero nos contamos secretos, muchos. Recién ahora recupero esto que fue un gran momento para el que solo tengo gratitud. Era de noche. Estábamos en el patio del Conti, en la ex Esma. Parados sobre la historia que grita. La escuchábamos. Decía "nunca más".
Maru Cheb
25 de octubre a las 18:04 ·
https://www.facebook.com/maru.cheb/posts/2097840100278968
Vas a publicar tu primer libro y la hermosa de tu mamá escritora Liliana Allami te invita a una entrevista con ella.
Me explota el corazón de nervios y emoción y orgullo. (Ese es un estado, face?)
La Familia A en camino por Caleta Olivia
Liliana Allami
25 de octubre a las 21:45
https://www.facebook.com/100007981148359/posts/2259667497642600/?comment_id=2260067800935903
Uno de esos momentos hermosos, redonditos, que llenan el alma de satisfacción y orgullo: Aquí junto a mi hija María Cheb Terrab compartiendo, por primera vez, ella con sus poemas, yo con mi narrativa, el programa Luna enlozada al que tan gentilmente nos invitó Daniel Gradar (Daniel Grad), conductor cálido, intuitivo, inteligente. Gracias, Daniel por esta invitación. Gracias a la radio http://ladesterrada.com/ por recibirnos.
María Cheb Terrab en "Luna enlozada" (APOA en radio) el jueves 25-10-2018 - TEXTOS COMPARTIDOS del libro "La familia A"
La familia A
Poemas por María Cheb Terrab
Mujer
Árabe
Mujer
Niña
Doña
Árabe
Judía
El pelo negro se repite
Un hábito se repite
pero viene de ningún lado
del punto negro
del tiempo
Quiero creer
que lo importante
es la familia
pero no sé cuál
Ese nudo de herencias
en los hábitos
Ayer soñé
que tenía una hija
Carola
Nos sorprendía
estar juntas
De todos los lugares de la tierra
había nacido acá
Me juraba
que iba a contarle
de su origen mestizo
En mi familia
además del pelo
se repiten
las mujeres fuertes
atadas a una tradición
de hombres
Tener hijos cuidarlos
armar la casa
aprender a cocinar
y estar lindas
NOTA:
Por si no lo pudiste escuchar "en vivo", compartimos el enlace para escuchar el programa!!
https://soundcloud.com/la-desterrada/luna-enlozada-apoa-25-10-2018
Poemas por María Cheb Terrab
Mujer
Árabe
Mujer
Niña
Doña
Árabe
Judía
El pelo negro se repite
Un hábito se repite
pero viene de ningún lado
del punto negro
del tiempo
Quiero aprender lo árabe
Quiero aprender
cómo
las señoras se atan
el pañuelo
a la cabeza
Quiero creer
que lo importante
es la familia
pero no sé cuál
Ese nudo de herencias
en los hábitos
El otro día
me acordé de esa fábula
El rey le busca a su hijo
una buena esposa
Invita a todas las mujeres
a dormir al castillo
y pone un guisante
bajo cada colchón
Una sola duerme mal
la que se ve más ruda
Cómo adivinar que ella
es la adecuada
Cuál es la condición
para ser princesa
Parece fácil
crear una familia
y dar la sensación de hogar
Ofrecer el cuerpo
para que se repita
en un linaje
Cada rincón del palacio
habitado por los mismos
ojos el mismo pelo
el pequeño guiño del labio
igual al padre
que tenía una hija
Carola
Nos sorprendía
estar juntas
De todos los lugares de la tierra
había nacido acá
Me juraba
que iba a contarle
de su origen mestizo
Desde que mi abuela sabe
que estudio árabe
me habla mucho
Busca en su memoria
y dice
Bruj al beit
(Andáte a tu casa)
En mi familia
además del pelo
se repiten
las mujeres fuertes
atadas a una tradición
de hombres
Tener hijos cuidarlos
armar la casa
aprender a cocinar
y estar lindas
En mi familia
algunas cosas
se repiten
Los gritos agudos
el bochinche
en cada reunión
Los peinados
y cierta formalidad
que confunde
Parece todo muy cotidiano
pero es bastante extraordinario
Adopciones cruces divorcios
y un mismo miedo
NOTA:
Por si no lo pudiste escuchar "en vivo", compartimos el enlace para escuchar el programa!!
https://soundcloud.com/la-desterrada/luna-enlozada-apoa-25-10-2018
Liliana Allami en "Luna enlozada" (APOA en radio) el jueves 25-10-2018 - TEXTOS COMPARTIDOS
Fragmentos de tres cuentos de Liliana Allami pertenecientes al libro “Las cosas de fondo”
Yo, la señorita Cora
¿Cómo se inicia un vínculo? ¿Por qué entre dos hay empatía, rechazo o simplemente indiferencia? Tal vez, a partir de una situación, de un gesto, de una frase, uno construye al otro a la medida propia. Cuando conocí a Juan, él tenía la misma edad que hoy tengo yo. Era un médico de cincuenta años, atractivo, con un padecimiento a cuestas. Habría perdido un gran amor, se le habría muerto un ser querido. Algo fuerte, drástico, trágico, se escondería detrás de su mirada. Pensé todo eso al primer golpe de vista. ¿Y si resulta que el hombre era un empedernido melancólico? ¿Y si su mirada se debía a la falta de una enzima que no le llegaba a lubricar los ojos? ¿O a los párpados, que efectivamente a Juan le caen hacia abajo? Pero no, lo vi y dije: Él está triste y yo podría salvarlo.
Las cosas de fondo
No sé porqué desvié la vista. No sé cuál fue el motivo que hizo que me distrajera de la charla y pusiera mi atención en la mujer que estaba afuera emponchada de pies a cabeza.
Almorzábamos con mi marido en la parrilla que a mí tanto me gusta. Se encuentra en una esquina, es un lugar pequeño, las mesas un poco más y se tocan. Yo encuentro que en eso está la gracia: la cercanía de la gente, el parloteo alegre, el olorcito a achuras. Nos sentamos en mi lugar preferido, junto a la ventana. Desde ahí podían verse las mesas que, a pesar del clima, habían preparado afuera: una hilera pegada a la pared bajo un toldo bien calefaccionado y otra cercana al cordón de la vereda donde, en un día como ayer, debía sentirse mucho frío. Será por eso que me llamó la atención cuando la mujer que estaba sola y abrigada como si estuviera en la Antártida se sentó en uno de esas mesas cercanas al cordón, encogiendo los hombros, frotándose las manos, tapándose los oídos con la vincha de lana que le cubría casi toda la cabeza.
Rubén seguía hablando. Me había llamado la atención que me invitara a almorzar porque, en los últimos tiempos, lo veía distraído y con un humor de perros. En este país no se gana más que para sustos y él estaba de reunión en reunión, llegando tarde, durmiendo poco, preocupado por asuntos de negocios. Pensé que, al fin, había decidido tomarse un respiro y cuando enfiló el coche hacia la parrilla imaginé un sábado diferente de los que veníamos teniendo, hechos de conversaciones forzadas, miradas algo esquivas y caricias que detenidas en el pelo o en la piel del antebrazo no terminaban de fluir. Él tenía puesto un pulóver oscuro que acentuaba la sombra de sus ojos cambiantes: de verdes a parduzcos, de euforia a aburrimiento, de entusiasmo a disgusto. Mientras me hablaba de una inversión no demasiado convincente, vi en el centro de su pupila un brillo parecido a la furia. Pendiente de los valores del mercado, hacía cuentas mentales y asociaciones difíciles de seguir. Creo que fue ahí cuando desvié la mirada. Sus palabras, entonces, empezaron a caer en saco roto.
Por culpa de la lluvia
Era el lado izquierdo. El derecho me funcionaba bien. Por suerte, la cuestión sería transitoria: veinte días para que todo volviera a lo de antes. Veinte días. Apenas un punto a lo largo de una vida. Aunque deseosa por terminar con el asunto, confieso que los minutos desfilaban lentos y viscosos; eso de que el tiempo vuela, no parecía cobrar, frente a mí, ningún sentido. Cuando miraba la férula que inmovilizaba parte de mi brazo –desde la base de los dedos hasta unos centímetros por debajo del codo- no sólo se me hacía presente la fractura en la muñeca izquierda sino también la que, de pronto, invadía mi pensamiento y se trasladaba, finalmente, a mi vocabulario. Acostumbrada a no cargar las tintas sobre los aspectos negativos de las cosas, siempre me había resistido a verme involucrada en las conversaciones centradas en la salud, en el deterioro que los años producen en nuestro cuerpo, en ese cansancio que acusa la mayoría de la gente a cierta altura, a mi juicio menos real que anímico, como si estuviera mirando con insistencia su propio calendario. Sin embargo, cuando circulando por ahí con medio brazo inmovilizado me preguntaban ¿qué pasó?, aunque mi respuesta era corta, concisa y exenta de dramatismo –un resbalón, una caída-, no podía evitar que los demás sacaran a relucir, casi con regodeo, las migrañas, la diabetes o las contracturas, contaminando cada encuentro agradable con la sospecha de la enfermedad, de la vejez y de la muerte. Pero la verdad es que, considerando los aspectos relativos del tiempo- ¿Vuela? ¿Un segundo es una eternidad?-, me empezaba a parecer a ellos. Por suerte, como dije, era una cuestión totalmente transitoria.
Liliana Allami
NOTA:
Por si no lo pudiste escuchar "en vivo", compartimos el enlace para escuchar el programa!!
https://soundcloud.com/la-desterrada/luna-enlozada-apoa-25-10-2018
Yo, la señorita Cora
¿Cómo se inicia un vínculo? ¿Por qué entre dos hay empatía, rechazo o simplemente indiferencia? Tal vez, a partir de una situación, de un gesto, de una frase, uno construye al otro a la medida propia. Cuando conocí a Juan, él tenía la misma edad que hoy tengo yo. Era un médico de cincuenta años, atractivo, con un padecimiento a cuestas. Habría perdido un gran amor, se le habría muerto un ser querido. Algo fuerte, drástico, trágico, se escondería detrás de su mirada. Pensé todo eso al primer golpe de vista. ¿Y si resulta que el hombre era un empedernido melancólico? ¿Y si su mirada se debía a la falta de una enzima que no le llegaba a lubricar los ojos? ¿O a los párpados, que efectivamente a Juan le caen hacia abajo? Pero no, lo vi y dije: Él está triste y yo podría salvarlo.
Las cosas de fondo
No sé porqué desvié la vista. No sé cuál fue el motivo que hizo que me distrajera de la charla y pusiera mi atención en la mujer que estaba afuera emponchada de pies a cabeza.
Almorzábamos con mi marido en la parrilla que a mí tanto me gusta. Se encuentra en una esquina, es un lugar pequeño, las mesas un poco más y se tocan. Yo encuentro que en eso está la gracia: la cercanía de la gente, el parloteo alegre, el olorcito a achuras. Nos sentamos en mi lugar preferido, junto a la ventana. Desde ahí podían verse las mesas que, a pesar del clima, habían preparado afuera: una hilera pegada a la pared bajo un toldo bien calefaccionado y otra cercana al cordón de la vereda donde, en un día como ayer, debía sentirse mucho frío. Será por eso que me llamó la atención cuando la mujer que estaba sola y abrigada como si estuviera en la Antártida se sentó en uno de esas mesas cercanas al cordón, encogiendo los hombros, frotándose las manos, tapándose los oídos con la vincha de lana que le cubría casi toda la cabeza.
Rubén seguía hablando. Me había llamado la atención que me invitara a almorzar porque, en los últimos tiempos, lo veía distraído y con un humor de perros. En este país no se gana más que para sustos y él estaba de reunión en reunión, llegando tarde, durmiendo poco, preocupado por asuntos de negocios. Pensé que, al fin, había decidido tomarse un respiro y cuando enfiló el coche hacia la parrilla imaginé un sábado diferente de los que veníamos teniendo, hechos de conversaciones forzadas, miradas algo esquivas y caricias que detenidas en el pelo o en la piel del antebrazo no terminaban de fluir. Él tenía puesto un pulóver oscuro que acentuaba la sombra de sus ojos cambiantes: de verdes a parduzcos, de euforia a aburrimiento, de entusiasmo a disgusto. Mientras me hablaba de una inversión no demasiado convincente, vi en el centro de su pupila un brillo parecido a la furia. Pendiente de los valores del mercado, hacía cuentas mentales y asociaciones difíciles de seguir. Creo que fue ahí cuando desvié la mirada. Sus palabras, entonces, empezaron a caer en saco roto.
Por culpa de la lluvia
Era el lado izquierdo. El derecho me funcionaba bien. Por suerte, la cuestión sería transitoria: veinte días para que todo volviera a lo de antes. Veinte días. Apenas un punto a lo largo de una vida. Aunque deseosa por terminar con el asunto, confieso que los minutos desfilaban lentos y viscosos; eso de que el tiempo vuela, no parecía cobrar, frente a mí, ningún sentido. Cuando miraba la férula que inmovilizaba parte de mi brazo –desde la base de los dedos hasta unos centímetros por debajo del codo- no sólo se me hacía presente la fractura en la muñeca izquierda sino también la que, de pronto, invadía mi pensamiento y se trasladaba, finalmente, a mi vocabulario. Acostumbrada a no cargar las tintas sobre los aspectos negativos de las cosas, siempre me había resistido a verme involucrada en las conversaciones centradas en la salud, en el deterioro que los años producen en nuestro cuerpo, en ese cansancio que acusa la mayoría de la gente a cierta altura, a mi juicio menos real que anímico, como si estuviera mirando con insistencia su propio calendario. Sin embargo, cuando circulando por ahí con medio brazo inmovilizado me preguntaban ¿qué pasó?, aunque mi respuesta era corta, concisa y exenta de dramatismo –un resbalón, una caída-, no podía evitar que los demás sacaran a relucir, casi con regodeo, las migrañas, la diabetes o las contracturas, contaminando cada encuentro agradable con la sospecha de la enfermedad, de la vejez y de la muerte. Pero la verdad es que, considerando los aspectos relativos del tiempo- ¿Vuela? ¿Un segundo es una eternidad?-, me empezaba a parecer a ellos. Por suerte, como dije, era una cuestión totalmente transitoria.
Liliana Allami
NOTA:
Por si no lo pudiste escuchar "en vivo", compartimos el enlace para escuchar el programa!!
https://soundcloud.com/la-desterrada/luna-enlozada-apoa-25-10-2018
jueves 25-10-2018, de 19 a 20 hs., "Luna enlozada" (APOA en radio) con Marina Otero desde “Recordar 30 años para vivir 65 minutos” - FRAGMENTO DEL TEXTO
Fragmentos de la obra teatral
“Recordar 30 años para vivir 65 minutos”
de Marina Otero
"¿Quién soy? ¿Y si lo que recuerdo lo inventé? ¿Hasta dónde soy capaz de llegar? ¿Cuál es el límite? ¿Cuándo terminará esto? ¿Realmente me quise suicidar? ¿O fue una puesta en escena,un capricho más? ¿Qué es el amor? ¿Esta obra es una excusa? ¿De qué? ¿Cuándo terminarán las preguntas? ¿Qué pasa si no hago ninguna obra? ¿Qué es bailar? Pone música y hacelo".
"Hace 8 años que Andrea me persigue. Ya no sé si es de danza, de teatro, de literatura pedorra, si es mía, de ella, de los Pablos, o de todos ustedes. La obra me persigue para que la termine o para que no la termine nunca. Andrea quiere que trabaje para tener plata y poder producir “la obra. Pero no que trabaje tanto y después no tenga tiempo de ensayar. Entonces doy clases para tener el dinero para pagar el alquiler de Octubre, para asegurarme por treinta días un lugar para dormir, para levantarme, para escribir, para comer, para dar clases, para tomar clases yo, para ir a yoga, para volver a dormir, para volver a levantarme, para dar más clases, para ganar más plata y poder sostener Noviembre y poder dedicarme a “la obra”.
"Empecé a hacer esta obra porque nadie me llamaba para bailar. Quería tener un lugar en el mundo, en el mundo del teatro y quería ser amiga de gente que me interesaba. Quería que me conozcan y que me quieran. Quería llegar a ser una buena bailarina, actriz y hacer una obra donde me luzca y guste, en vez de que sólo me guste a mí. Quería ser en relación a lo que otros esperaban de mí y cuando me rechazaban, me angustiaba y me deprimía. Pensaba que si hacía lo que yo sentía me iba a quedar sola. O iban a pensar que era una egoísta, una loca o peor, una hippie. Pensaba “¿Y si lo que quiero es raro o no está a la moda, es incómodo y no tiene éxito? ¿Y si me quedo sola?”
"Al final hice un solo porque tenía miedo de quedarme sola. Hice lo que hacemos todos, fui corriendo a darme de jeta contra lo que más miedo me daba. No soy bailarina, no soy actriz, no soy coreógrafa, no soy escritora. Soy una caprichosa que hace todo esto para saber para qué vino al mundo. Pareciera que el mundo real es ficción y la ficción una remota posibilidad de encontrarse".
“Recordar 30 años para vivir 65 minutos”
FUNCIONES: jueves, 21.30 hs.
Ficha Técnica
Autoría: Marina Otero
Performers: Marina Otero
Ambientación Visual En Vivo: Gastón Exequiel Sánchez
Diseño de luces: Matías Sendón
Video: Gastón Exequiel Sánchez
Cámara En Vivo: Lucio Bazzalo
Fotografía: Lucio Bazzalo, Andrés Manrique
Diseño gráfico: María Laura Valentini
Colaboración en vestuario: Franco Kuma La Pietra
Asistencia de dirección: Lucrecia Pierpaoli
Producción: Laura Sol Zaslavsky
Colaboración coreográfica: Marina Quesada
Puesta en escena: Juan Pablo Gómez
Dirección: Juan Pablo Gómez, Marina Otero
Dirección general: Marina Otero
Sala México
Este espectáculo se realiza en la Sala México (México 3554).
La boletería se encuentra en México 3554.
NOTA:
Por si no lo pudiste escuchar "en vivo", compartimos el enlace para escuchar el programa!!
https://soundcloud.com/la-desterrada/luna-enlozada-apoa-25-10-2018
“Recordar 30 años para vivir 65 minutos”
de Marina Otero
"¿Quién soy? ¿Y si lo que recuerdo lo inventé? ¿Hasta dónde soy capaz de llegar? ¿Cuál es el límite? ¿Cuándo terminará esto? ¿Realmente me quise suicidar? ¿O fue una puesta en escena,un capricho más? ¿Qué es el amor? ¿Esta obra es una excusa? ¿De qué? ¿Cuándo terminarán las preguntas? ¿Qué pasa si no hago ninguna obra? ¿Qué es bailar? Pone música y hacelo".
"Hace 8 años que Andrea me persigue. Ya no sé si es de danza, de teatro, de literatura pedorra, si es mía, de ella, de los Pablos, o de todos ustedes. La obra me persigue para que la termine o para que no la termine nunca. Andrea quiere que trabaje para tener plata y poder producir “la obra. Pero no que trabaje tanto y después no tenga tiempo de ensayar. Entonces doy clases para tener el dinero para pagar el alquiler de Octubre, para asegurarme por treinta días un lugar para dormir, para levantarme, para escribir, para comer, para dar clases, para tomar clases yo, para ir a yoga, para volver a dormir, para volver a levantarme, para dar más clases, para ganar más plata y poder sostener Noviembre y poder dedicarme a “la obra”.
"Empecé a hacer esta obra porque nadie me llamaba para bailar. Quería tener un lugar en el mundo, en el mundo del teatro y quería ser amiga de gente que me interesaba. Quería que me conozcan y que me quieran. Quería llegar a ser una buena bailarina, actriz y hacer una obra donde me luzca y guste, en vez de que sólo me guste a mí. Quería ser en relación a lo que otros esperaban de mí y cuando me rechazaban, me angustiaba y me deprimía. Pensaba que si hacía lo que yo sentía me iba a quedar sola. O iban a pensar que era una egoísta, una loca o peor, una hippie. Pensaba “¿Y si lo que quiero es raro o no está a la moda, es incómodo y no tiene éxito? ¿Y si me quedo sola?”
"Al final hice un solo porque tenía miedo de quedarme sola. Hice lo que hacemos todos, fui corriendo a darme de jeta contra lo que más miedo me daba. No soy bailarina, no soy actriz, no soy coreógrafa, no soy escritora. Soy una caprichosa que hace todo esto para saber para qué vino al mundo. Pareciera que el mundo real es ficción y la ficción una remota posibilidad de encontrarse".
“Recordar 30 años para vivir 65 minutos”
FUNCIONES: jueves, 21.30 hs.
Ficha Técnica
Autoría: Marina Otero
Performers: Marina Otero
Ambientación Visual En Vivo: Gastón Exequiel Sánchez
Diseño de luces: Matías Sendón
Video: Gastón Exequiel Sánchez
Cámara En Vivo: Lucio Bazzalo
Fotografía: Lucio Bazzalo, Andrés Manrique
Diseño gráfico: María Laura Valentini
Colaboración en vestuario: Franco Kuma La Pietra
Asistencia de dirección: Lucrecia Pierpaoli
Producción: Laura Sol Zaslavsky
Colaboración coreográfica: Marina Quesada
Puesta en escena: Juan Pablo Gómez
Dirección: Juan Pablo Gómez, Marina Otero
Dirección general: Marina Otero
Sala México
Este espectáculo se realiza en la Sala México (México 3554).
La boletería se encuentra en México 3554.
NOTA:
Por si no lo pudiste escuchar "en vivo", compartimos el enlace para escuchar el programa!!
https://soundcloud.com/la-desterrada/luna-enlozada-apoa-25-10-2018
jueves, 11 de octubre de 2018
Ohuanta Salazar, Facundo Molina, Pedro Federico Molina + Pilar en "Luna enlozada" (APOA en radio) el jueves 11-10-2018 desde radio "La Desterrada" - gacetilla y enlace
Pilar –pintora- abrió la emisión de "Luna enlozada" (APOA en radio desde "La Desterrada") del jueves 11-10-2018 compartiendo la charla, el pensamiento, la mirada acerca de la poesía y el arte en general desde la presentación del libro de Alicia Márquez “Palabras al viento” y, además, compartió el poema "Pipe y los planetas"!!...
Después del audio de apertura los/la invitados/a con quienes compartimos el programa fueron Ohuanta Salazar (escritora), Facundo Molina (poeta) y Pedro Federico Molina (músico)… y fue una hora dedicada a ellos, a su pensamiento y a su producción literaria y a la música en vivo que compartieron… ¡¡Y MUCHO MÁS!!
Repasamos lo sucedido en “Último Infierno” (el Café Literario de APOA que se desarrolla los segunods miércoles de cada mes en el “Bar Lavalle”).
Invitamos a participar de “La Juntada” – X Edición del Festival de Internacional de Poesía Joven a realizarse entre el 13 y el 18 del corriente. Para ver el programa completo, podés visitar https://apoaenelmoyano.blogspot.com/2018/10/miercoles-17-10-2018-el-taller-con-la.html
Repasamos la información del blog del programa donde encontramos los poemas de Ana Arzoumanian, Marion Berguenfeld, Ramón Fanelli.
Y desde el blog del Taller de Poesía de APOA en el Hospital Moyano comentamos los nuevos videos subidos al sitio.
La música del día estuvo a cargo de Pedro Federico Molina.
Compartimos el enlace para escuchar el programa!!
https://soundcloud.com/la-desterrada/luna-enlozada-apoa-11-10-2018
FELIZ 2018... COMPARTIENDO "LUNA ENLOZADA" DESDE "LA DESTERRADA"!!
Después del audio de apertura los/la invitados/a con quienes compartimos el programa fueron Ohuanta Salazar (escritora), Facundo Molina (poeta) y Pedro Federico Molina (músico)… y fue una hora dedicada a ellos, a su pensamiento y a su producción literaria y a la música en vivo que compartieron… ¡¡Y MUCHO MÁS!!
Repasamos lo sucedido en “Último Infierno” (el Café Literario de APOA que se desarrolla los segunods miércoles de cada mes en el “Bar Lavalle”).
Invitamos a participar de “La Juntada” – X Edición del Festival de Internacional de Poesía Joven a realizarse entre el 13 y el 18 del corriente. Para ver el programa completo, podés visitar https://apoaenelmoyano.blogspot.com/2018/10/miercoles-17-10-2018-el-taller-con-la.html
Repasamos la información del blog del programa donde encontramos los poemas de Ana Arzoumanian, Marion Berguenfeld, Ramón Fanelli.
Y desde el blog del Taller de Poesía de APOA en el Hospital Moyano comentamos los nuevos videos subidos al sitio.
La música del día estuvo a cargo de Pedro Federico Molina.
Compartimos el enlace para escuchar el programa!!
https://soundcloud.com/la-desterrada/luna-enlozada-apoa-11-10-2018
FELIZ 2018... COMPARTIENDO "LUNA ENLOZADA" DESDE "LA DESTERRADA"!!
Ohuanta Salazar y su texto "Pipe y los planetas" en "Luna enlozada" (APOA en radio) el jueves 11-10-2018 desde radio "La Desterrada"
Pipe y los planetas
Pipe me explica el sistema planetario solar.
Me lo trae en sus manos llenas de estrellas,
soles, abuela, me dice, desde sus cuatro años.
Y me cuenta de los planetas de roca y gaseosos.
Y me habla del viento solar y de los cometas y
de los cinturones de asteroides que se me ocurren
que son como los que usaba Elvis en Las Vegas.
Y me habla de Venus que se ve ahí nomás, en el cielo,
tan cerca que lo podés tocar con la mano,
y también de Marte, que es rojo y que está lleno de volcanes
como un adolescente con acné
y no sé por qué me acuerdo de Flash Gordon
y su ridículo cohete,
me cuenta de Júpiter que tiene un montonazo de satélites
y que es gaseoso,
con una especie de ojo que mira todo el tiempo,
quizás u Hermano mayor que nos vigila,
aunque ya tenemos muchos,
y Saturno, que tiene anillos como para recorrer
con el triciclo y lunas
como para andar enamorándose todo el tiempo,
Urano que es verde y grande
y Neptuno que también es grande
y también azul, como la Tierra.
¿Y Plutón? le pregunto,
¡Plutón es un planeta enano, abuela!
Y me dice, muy serio, con esa seriedad absoluta
que tienen los chicos, que el mejor planeta
adonde estamos seguros es la Tierra.
Y entonces yo lo miro y lo quiero tanto.
Ohuanta Salazar
Pipe me explica el sistema planetario solar.
Me lo trae en sus manos llenas de estrellas,
soles, abuela, me dice, desde sus cuatro años.
Y me cuenta de los planetas de roca y gaseosos.
Y me habla del viento solar y de los cometas y
de los cinturones de asteroides que se me ocurren
que son como los que usaba Elvis en Las Vegas.
Y me habla de Venus que se ve ahí nomás, en el cielo,
tan cerca que lo podés tocar con la mano,
y también de Marte, que es rojo y que está lleno de volcanes
como un adolescente con acné
y no sé por qué me acuerdo de Flash Gordon
y su ridículo cohete,
me cuenta de Júpiter que tiene un montonazo de satélites
y que es gaseoso,
con una especie de ojo que mira todo el tiempo,
quizás u Hermano mayor que nos vigila,
aunque ya tenemos muchos,
y Saturno, que tiene anillos como para recorrer
con el triciclo y lunas
como para andar enamorándose todo el tiempo,
Urano que es verde y grande
y Neptuno que también es grande
y también azul, como la Tierra.
¿Y Plutón? le pregunto,
¡Plutón es un planeta enano, abuela!
Y me dice, muy serio, con esa seriedad absoluta
que tienen los chicos, que el mejor planeta
adonde estamos seguros es la Tierra.
Y entonces yo lo miro y lo quiero tanto.
Ohuanta Salazar
Este jueves 11-10-2018, de 19 a 20 hs., "Luna enlozada" (APOA en radio) con Ohuanta Salazar (escritora), Facundo Molina (poeta) y Pedro Federico Molina (músico) + el saludo de Pilar desde la presentación del libro de Alicia Márquez “Palabras al viento”
Va una nueva invitación desde "Luna enlozada" (APOA en radio) para este jueves 11-10-2018, de 19 a 20 hs., con Ohuanta Salazar (escritora), Facundo Molina (poeta) y Pedro Federico Molina (músico) + el saludo de Pilar desde lo que no vimos de la presentación del libro de Alicia Márquez “Palabras al viento”... al aire desde http://ladesterrada.com/
"Pipe y los planetas": el poema que Pilar –pintora- leyó del libro de Alicia Márquez “Palabras al viento”
"Pipe y los planetas"
Pipe me explica el sistema planetario solar.
Me lo trae en sus manos llenas de estrellas,
soles, abuela, me dice, desde sus cuatro años.
Y me cuenta de los planetas de roca y gaseosos.
Y me habla del viento solar y de los cometas y
de los cinturones de asteroides que se me ocurren
que son como los que usaba Elvis en Las Vegas.
Y me habla de Venus que se ve ahí nomás, en el cielo,
tan cerca que lo podés tocar con la mano,
y también de Marte, que es rojo y que está lleno de volcanes
como un adolescente con acné
y no sé por qué me acuerdo de Flash Gordon
y su ridículo cohete,
me cuenta de Júpiter que tiene un montonazo de satélites
y que es gaseoso,
con una especie de ojo que mira todo el tiempo,
quizás u Hermano mayor que nos vigila,
aunque ya tenemos muchos,
y Saturno, que tiene anillos como para recorrer
con el triciclo y lunas
como para andar enamorándose todo el tiempo,
Urano que es verde y grande
y Neptuno que también es grande
y también azul, como la Tierra.
¿Y Plutón? le pregunto,
¡Plutón es un planeta enano, abuela!
Y me dice, muy serio, con esa seriedad absoluta
que tienen los chicos, que el mejor planeta
adonde estamos seguros es la Tierra.
Y entonces yo lo miro y lo quiero tanto.
Alicia Márquez (del libro “Palabras al viento”)
Pipe me explica el sistema planetario solar.
Me lo trae en sus manos llenas de estrellas,
soles, abuela, me dice, desde sus cuatro años.
Y me cuenta de los planetas de roca y gaseosos.
Y me habla del viento solar y de los cometas y
de los cinturones de asteroides que se me ocurren
que son como los que usaba Elvis en Las Vegas.
Y me habla de Venus que se ve ahí nomás, en el cielo,
tan cerca que lo podés tocar con la mano,
y también de Marte, que es rojo y que está lleno de volcanes
como un adolescente con acné
y no sé por qué me acuerdo de Flash Gordon
y su ridículo cohete,
me cuenta de Júpiter que tiene un montonazo de satélites
y que es gaseoso,
con una especie de ojo que mira todo el tiempo,
quizás u Hermano mayor que nos vigila,
aunque ya tenemos muchos,
y Saturno, que tiene anillos como para recorrer
con el triciclo y lunas
como para andar enamorándose todo el tiempo,
Urano que es verde y grande
y Neptuno que también es grande
y también azul, como la Tierra.
¿Y Plutón? le pregunto,
¡Plutón es un planeta enano, abuela!
Y me dice, muy serio, con esa seriedad absoluta
que tienen los chicos, que el mejor planeta
adonde estamos seguros es la Tierra.
Y entonces yo lo miro y lo quiero tanto.
Alicia Márquez (del libro “Palabras al viento”)
lunes, 8 de octubre de 2018
Ana Arzoumanian en "Luna enlozada" (APOA en radio) el jueves 13-09-2018 desde radio "La Desterrada" - TEXTOS
Ana Arzoumanian. “Infieles” fragmento
De las piedras a las lanzas.
De las lanzas a los cuchillos.
De las flechas a las catapultas.
De la elegancia de las espadas a las dagas.
Quien te detesta carecerá de hijos varones.
La Avtomat Kalashnikova diseñada por Mikhail K. y estrenada mucho más tarde que las dagas, que el nacimiento del hijo de la abuela con ningún abuelo.
Más tarde de que ella no fuera asesinada.
Más tarde.
La Kalashnikova no alcanza a matarla, ni a ella, ni a su hijo.
La AK., liviana, fácil de portar. Tan fácil de portar que aun los niños de seis años pueden llevarla. Diseñada para niños soldados.
Quien te detesta carecerá de hijos varones.
¿Por qué no le habrán dicho a Mikhail que fabrique un arma suficientemente pesada para que un niño no pueda portarla?
De los cuchillos a los escudos.
Tamerlán.
El gran conquistador mongol por tierras del lslam y su imperio, del norte de la India hasta Anatolia y Siria.
¿Qué te hará entender lo que es el golpe? Es el día en que los hombres estarán como mariposas desorientadas. Respiro para no ahogarme. Los dedos. El cuello.
Me refugio en ti de ti.
Estambul hecha de madera. Las construcciones que luego fueron prohibidas, y solo casas de ladrillos y material.
Estamos en una feria de muebles usados. Mirarte caminar. Verte tocando la tapa de madera de las mesas, abrir cajones, sacarlos, medir. Verte medir como armando espacio dentro de ese espacio en el que yo miro. Ver a los vendedores ofreciendo, preguntando en plural: ¿qué desean? Verte elegir, verte reconociendo los muebles de tus casas, rescatándolos. Verme viéndote en el negocio de tu padre, en el taburete del piano de tu casa, frente a tu pizarra de dibujo. Como entrar en tu sueño en el mismo momento en que yo construyo el mío en una Estambul sin casas de madera. La calle Istiklal en mi sueño llena de teatros y cafés. Y el café Smyrna en esa calle que antes se llamaba Grand rue de Péra. Mi sueño en cafeterías de Aleppo, de Damasco, de El Cairo.
¿Qué te hará entender lo que es el golpe?Es el día en que los hombres estarán como mariposas desorientadas. Me tira de los pelos y me arrastra hasta los prostíbulos de Estambul. No hacia los prostíbulos, hasta la puerta que dejó abierta de su casa. Cogemos con la puerta abierta
¿Qué te hará saber lo inevitable?
Estambul edificada en ladrillos no se quema, y él tirita de frío.
El marido de la abuela se pone el uniforme con gran fatiga. Le resulta demasiado grande para él.
Cuando quieras hablar, tan solo tenés que mover los dedos.
Abrió el grifo. El trapo se empapó rápidamente. El agua fluía por todas partes. Pero durante un rato, todavía podía respirar pequeñas bocanadas de aire.
Ya basta.
Va a hablar; dijo uno voz.
Una hembra no está embarazada o da a luz sin que Él lo sepa.
Y dijeron: enterramos al tipo.
El pasado es un país diferente.
Y en el presente esta amnesia colectiva por la que algunos quieren recordar una historia que otros quieren olvidar.
Apostaron a que olvidarían.
Los que cumplen los pactos cuando pactan, los constantes en la adversidad, en la desgracia y en el momento de la calamidad, ésos son los veraces y ésos son los temerosos. La lengua, una marca, una herida, una ofensa; la lesión.
Y yo oía su sangre, el zumbido de sus oídos.
El brazo se caía, la tos aún no le llegaba a la garganta, el aire que se iba, se iba, y él todavía ahí, o casi. Casi muriéndose, remolcado en huesos que se deshacían en mi mano, y mi mano fresca que lo acariciaba. No para mostrarle dónde sino para retenerlo mientras su rostro, su frente se frotaba contra mi rostro. Un perro moribundo arrastrado en sus venas. Y el altar vacío, y mi mano fresca en su nuca intentando remontarlo, despegarlo del mar de coral donde se hundía.
Comed y bebed hasta que os parezca distinto el hilo blanco del negro en la aurora.
No te voy a a pedir que me ahorques.
El terror se ejerce al precio de las heridas que se inscriben directamente en el cuerpo.
La madre del niño, mi abuela, era iletrada. Su lenguaje era el de los dolores obstétricos.
A la abuela le faltaba un mar. Se enterró, como su lengua se enterró entre las piernas del soldado.
La abuela sabe que la lengua no es más que los celos desatados. Una vigilancia celosa se monta frente a su lengua herida.
No te voy a pedir que me ahorques.
Comed y bebed hasta que os parezca distinto el hilo blanco del negro en la aurora.
Camino entre las calles sinousas del Gran Bazar. Incienso, dulces, cafeteras, lámparas, pistachos. Retablos como matrices marinas o terrestres. Y allí donde vidrieras lustrosas muestran alhajas, yo veo alfabetos podridos, escrituras quemadas, detritos verbales. Los pasajes me llevan hasta la esquina de los libros. Sobre los estantes, textos en una lengua de cenizas, de larvas, de fetos. Abortos, demoliciones. Detrás de las túnicas y de las alhajas, todo está hueco, sólo una hoja de higuera sobre el sexo.
No te voy a pedir que me ahorques, le digo.
Matadlos hasta que la persecución no exista.
Vine a Estambul para buscar al hijo de la abuela. Un hombre que no sabe de su madre, ni de los celos en la entrepierna de su lengua, ni de la vigilancia. Vengo a decirte que la pienses como la ausente. Ella es el desierto espacioso, un éxodo donde se vuelve furiosa, incluso buena. Te inventaría caminando hacia ella, despoblándola.
Las madres amamantarán a sus hijos dos años completos.
El santuario de piedra gris azulado con sus cuatro ángulos cubiertos de telas.
Y la pregunta del campesino que se acerca y grita: -¿infieles, tienen algún niño para vender?
Un túmulo.
Hacia abajo.
Galerías subterráneas construidas por varias civilizaciones como lugar de enterramiento.
Donde se está acostado.
Hacia abajo.
Los cementerios o las salas de baile para dar culto a los dioses de los muertos de los paganos.
Hasta allí penetra el eco de la pregunta: -¿infieles, tienen algún niño para vender?
Ésta es una generación desaparecida, tenga lo que adquirió y tened vosotros lo que adquiristeis, no se os preguntará por lo que hacían.
Si cierro los ojos tengo miedo de que te vayas.
Los hijos abandonados en los árboles no volvieron a cerrar los ojos nunca más.
Yo cierro los ojos sólo ante el roce de su miembro, su miembro que deshace todo resquicio de memoria.
Cuando los abra ya no recordaré quién, dónde.
Me repetiré a mí misma:
Esto es lo que se sabe.
Esto es lo que se sabe.
¿En qué relato, después de esto, creerán?
De las piedras a las lanzas.
De las lanzas a los cuchillos.
De las flechas a las catapultas.
De la elegancia de las espadas a las dagas.
Quien te detesta carecerá de hijos varones.
La Avtomat Kalashnikova diseñada por Mikhail K. y estrenada mucho más tarde que las dagas, que el nacimiento del hijo de la abuela con ningún abuelo.
Más tarde de que ella no fuera asesinada.
Más tarde.
La Kalashnikova no alcanza a matarla, ni a ella, ni a su hijo.
La AK., liviana, fácil de portar. Tan fácil de portar que aun los niños de seis años pueden llevarla. Diseñada para niños soldados.
Quien te detesta carecerá de hijos varones.
¿Por qué no le habrán dicho a Mikhail que fabrique un arma suficientemente pesada para que un niño no pueda portarla?
De los cuchillos a los escudos.
Tamerlán.
El gran conquistador mongol por tierras del lslam y su imperio, del norte de la India hasta Anatolia y Siria.
¿Qué te hará entender lo que es el golpe? Es el día en que los hombres estarán como mariposas desorientadas. Respiro para no ahogarme. Los dedos. El cuello.
Me refugio en ti de ti.
Estambul hecha de madera. Las construcciones que luego fueron prohibidas, y solo casas de ladrillos y material.
Estamos en una feria de muebles usados. Mirarte caminar. Verte tocando la tapa de madera de las mesas, abrir cajones, sacarlos, medir. Verte medir como armando espacio dentro de ese espacio en el que yo miro. Ver a los vendedores ofreciendo, preguntando en plural: ¿qué desean? Verte elegir, verte reconociendo los muebles de tus casas, rescatándolos. Verme viéndote en el negocio de tu padre, en el taburete del piano de tu casa, frente a tu pizarra de dibujo. Como entrar en tu sueño en el mismo momento en que yo construyo el mío en una Estambul sin casas de madera. La calle Istiklal en mi sueño llena de teatros y cafés. Y el café Smyrna en esa calle que antes se llamaba Grand rue de Péra. Mi sueño en cafeterías de Aleppo, de Damasco, de El Cairo.
¿Qué te hará entender lo que es el golpe?Es el día en que los hombres estarán como mariposas desorientadas. Me tira de los pelos y me arrastra hasta los prostíbulos de Estambul. No hacia los prostíbulos, hasta la puerta que dejó abierta de su casa. Cogemos con la puerta abierta
¿Qué te hará saber lo inevitable?
Estambul edificada en ladrillos no se quema, y él tirita de frío.
El marido de la abuela se pone el uniforme con gran fatiga. Le resulta demasiado grande para él.
Cuando quieras hablar, tan solo tenés que mover los dedos.
Abrió el grifo. El trapo se empapó rápidamente. El agua fluía por todas partes. Pero durante un rato, todavía podía respirar pequeñas bocanadas de aire.
Ya basta.
Va a hablar; dijo uno voz.
Una hembra no está embarazada o da a luz sin que Él lo sepa.
Y dijeron: enterramos al tipo.
El pasado es un país diferente.
Y en el presente esta amnesia colectiva por la que algunos quieren recordar una historia que otros quieren olvidar.
Apostaron a que olvidarían.
Los que cumplen los pactos cuando pactan, los constantes en la adversidad, en la desgracia y en el momento de la calamidad, ésos son los veraces y ésos son los temerosos. La lengua, una marca, una herida, una ofensa; la lesión.
Y yo oía su sangre, el zumbido de sus oídos.
El brazo se caía, la tos aún no le llegaba a la garganta, el aire que se iba, se iba, y él todavía ahí, o casi. Casi muriéndose, remolcado en huesos que se deshacían en mi mano, y mi mano fresca que lo acariciaba. No para mostrarle dónde sino para retenerlo mientras su rostro, su frente se frotaba contra mi rostro. Un perro moribundo arrastrado en sus venas. Y el altar vacío, y mi mano fresca en su nuca intentando remontarlo, despegarlo del mar de coral donde se hundía.
Comed y bebed hasta que os parezca distinto el hilo blanco del negro en la aurora.
No te voy a a pedir que me ahorques.
El terror se ejerce al precio de las heridas que se inscriben directamente en el cuerpo.
La madre del niño, mi abuela, era iletrada. Su lenguaje era el de los dolores obstétricos.
A la abuela le faltaba un mar. Se enterró, como su lengua se enterró entre las piernas del soldado.
La abuela sabe que la lengua no es más que los celos desatados. Una vigilancia celosa se monta frente a su lengua herida.
No te voy a pedir que me ahorques.
Comed y bebed hasta que os parezca distinto el hilo blanco del negro en la aurora.
Camino entre las calles sinousas del Gran Bazar. Incienso, dulces, cafeteras, lámparas, pistachos. Retablos como matrices marinas o terrestres. Y allí donde vidrieras lustrosas muestran alhajas, yo veo alfabetos podridos, escrituras quemadas, detritos verbales. Los pasajes me llevan hasta la esquina de los libros. Sobre los estantes, textos en una lengua de cenizas, de larvas, de fetos. Abortos, demoliciones. Detrás de las túnicas y de las alhajas, todo está hueco, sólo una hoja de higuera sobre el sexo.
No te voy a pedir que me ahorques, le digo.
Matadlos hasta que la persecución no exista.
Vine a Estambul para buscar al hijo de la abuela. Un hombre que no sabe de su madre, ni de los celos en la entrepierna de su lengua, ni de la vigilancia. Vengo a decirte que la pienses como la ausente. Ella es el desierto espacioso, un éxodo donde se vuelve furiosa, incluso buena. Te inventaría caminando hacia ella, despoblándola.
Las madres amamantarán a sus hijos dos años completos.
El santuario de piedra gris azulado con sus cuatro ángulos cubiertos de telas.
Y la pregunta del campesino que se acerca y grita: -¿infieles, tienen algún niño para vender?
Un túmulo.
Hacia abajo.
Galerías subterráneas construidas por varias civilizaciones como lugar de enterramiento.
Donde se está acostado.
Hacia abajo.
Los cementerios o las salas de baile para dar culto a los dioses de los muertos de los paganos.
Hasta allí penetra el eco de la pregunta: -¿infieles, tienen algún niño para vender?
Ésta es una generación desaparecida, tenga lo que adquirió y tened vosotros lo que adquiristeis, no se os preguntará por lo que hacían.
Si cierro los ojos tengo miedo de que te vayas.
Los hijos abandonados en los árboles no volvieron a cerrar los ojos nunca más.
Yo cierro los ojos sólo ante el roce de su miembro, su miembro que deshace todo resquicio de memoria.
Cuando los abra ya no recordaré quién, dónde.
Me repetiré a mí misma:
Esto es lo que se sabe.
Esto es lo que se sabe.
¿En qué relato, después de esto, creerán?
Marion Berguenfeld en "Luna enlozada" (APOA en radio) el jueves 23-08-2018 desde radio "La Desterrada" - TEXTOS
mi amor trajo
una cabeza de vampiro
me la jugó a los pies
y en el trayecto
se le abrieron los ojos
sólo para mirarme
mal corazón traspasado de plata
quién tuviese de nuevo
el ansia colosal
la mordida estupenda
el valor del diablo
trajo mi amor
una cabeza cortada
desde entonces
está quieta a mis pies
gato rojo en las tardes
de mecedora
y tormentas de arena.
tribal
la rapada de quimio
la huérfana
la loca
la tatuada en los campos
la monja
la presa que ya nunca saldrá
la viuda
las púberes de burka
de velo
de peluca
la chica bi
la yonqui
la prematura
su madre rasurada
la anciana que se niega a comer
la que toma esteroides
la modelo de cabeza perfecta
la androide
la mítica dama medusa
todas ellas son lisas
por eso bajan armas
ciegan al oponente con un rayo de led
activo en sus cabecitas pelonas
insectas en la colmena atroz
obreras que no renacerán
o ya enterradas
tendrán su mechón triunfal
revancha de la mujer calavera
que sonríe y sonríe
bocarriba
en las sombras.
una cabeza de vampiro
me la jugó a los pies
y en el trayecto
se le abrieron los ojos
sólo para mirarme
mal corazón traspasado de plata
quién tuviese de nuevo
el ansia colosal
la mordida estupenda
el valor del diablo
trajo mi amor
una cabeza cortada
desde entonces
está quieta a mis pies
gato rojo en las tardes
de mecedora
y tormentas de arena.
nubes de gas metano
chica mala
los jugos se te suben a la cabeza
te crées única
en los abolladeros del mecanismo
sos otra bestia todo candor
tozuda y plana
ignorante del mal absoluto
porque te quiero te aviso
vendrá el encantador de serpientes
te va a desmayar
de un rayo en la coronilla
lo firmo
no hay himnos para vos
ni recuerdo
van a dejarte sola
en este país evaporado
van a apilarte
como a una botella pet
a quemarte
a tirarte bien aplastada
en el vertedero negro
de la historia.
(a las chicas de la marea verde)
la rapada de quimio
la huérfana
la loca
la tatuada en los campos
la monja
la presa que ya nunca saldrá
la viuda
las púberes de burka
de velo
de peluca
la chica bi
la yonqui
la prematura
su madre rasurada
la anciana que se niega a comer
la que toma esteroides
la modelo de cabeza perfecta
la androide
la mítica dama medusa
todas ellas son lisas
por eso bajan armas
ciegan al oponente con un rayo de led
activo en sus cabecitas pelonas
insectas en la colmena atroz
obreras que no renacerán
o ya enterradas
tendrán su mechón triunfal
revancha de la mujer calavera
que sonríe y sonríe
bocarriba
en las sombras.
Ramón Fanelli en "Luna enlozada" (APOA en radio) el jueves 23-08-2018 desde radio "La Desterrada" - TEXTOS
Es un caos la piel
al quitarme tus ojos
Juan Roberto Cantonar
Por esta pasión que tengo
soy débil
de volver a la palabra,
hacer del amor
una venganza
prefiero
que entregarme a los sueños
como si fuese la muerte
abandonada
por la naturaleza.
Tengo en mi pecho
la furia donde habita
mi cuerpo encristado
en un pájaro de pervesencia.
Río encadenado
con el corazón quebrado
por la luna
como quien sigue
el sentido y se repite
hasta el cansancio
en ofrenda al honor,
de una mirada.
_____________________________________________
Canjeamos
nuestras palabras
y ponemos a prueba
la pasión
para el común de la gente,
con la misma certeza
de una emoción
que al dejar la vida
¡Sorpresa!
se alquilan para el arte
los mismos muertos
que brotan al final
de resistir y perpetuarse
con la excepción
de una ausencia.
_____________________________________________
A “Don Vito”
De inspiración colectiva
el carácter del césar
putrificando el mármol
la rabia del oro
de antigua corona,
papa de imitación
algo incauto en la muerte
con su esquita de sol,
Napoleón.
Un viejo milagro
de espalda encorvada
revertida al amor,
pasión de una tierra
condenada al puño,
un cronista Itálico
de prácticas renacentistas,
imperiales,
apresado en el sueño
de una tribu, clan
un concepto.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)