POR LIC. MÓNICA ECHENIQUE
Partamos de una idea simple: la
escuela fue instrumentada para la lectura. La institución “escuela” fue creada
en la Antigua Grecia para posibilitar que todos los habitantes estén alfabetizados
para ser ciudadanos. Estamos hablando del siglo VI cuando los maestros de
gramática preparaban a los ciudadanos.
Siguiendo el hilo de occidente en los
años 1500 la Iglesia vincula la alfabetización con la formación cristiana
provocando el surgimiento de las primeras escuelas parroquiales.
Una mirada al siglo XIX permite
encontrar en la lectura un lugar destacado en la formación del ciudadano.
Nuestro país desplegará una vasta literatura nacional que atravesará la escuela
Ya en la segunda mitad del siglo XX
este vínculo de la alfabetización y escuela pierde hegemonía al descubrir que hay
otros lectores de cultura que suelen manifestarse con un mayor enriquecimiento
y hasta llegan a ocupar un lugar opuesto al de la escuela.
Poco a poco se advierte que los
sistemas educativos nacionales no son capaces de formar al lector moderno.
Quizás lo testimonia un libro publicado en el año {54 titulado “Por qué Johnny
no sabe leer” donde se descubre las razones pedagógicas del fracaso de la
escuela americana en el desarrollo del método global en la lectura. Si bien
cada país explicará de manera diferente el fracaso, podemos decir que este
momento constituye el inicio de la crisis de la lectura.
La década del ´60 nos encontrará con la
presencia de la radio y la TV y el inicio de la incursión de los diarios en la vida
escolar. Es decir que se considerará al periódico un valioso objeto cultural en
oposición a los citados medios masivos de comunicación.
Ahora bien creo importante revisar
los modos de leer en la escuela. Noe Jitrik dice que “la falta de crítica y análisis sobre la lectura y el acto de leer
genera una pedagogía autoritaria que acostumbra /adiestra al lector a aceptar
pasivamente lo que lee sin pretender discutirlo para convencerse de lo leído a
considerar la crítica y el análisis como algo inútil y la relectura como algo
tedioso, es decir a no involucrase en lo que lee, poniendo en juego sus saberes
previos, a no gozar de la lectura”
La literatura Infantil tendrá que esperar varios años hasta la
posibilidad el ingreso a la escuela. Aquí el escenario lo ocupará una lectura fragamentada,
utilitaria unívoca que ubica al texto como fuente única, como la única voz sin
tener en cuenta al lector. Una lectura utilitaria para extraer datos muchas
veces lingüísticos, que pasa por la superficie textual sin preguntarse por el
profundo sentido del texto, sin relación con otros textos ni con entramados
culturales.
La escuela fue intentando garantizar saberes ,
apostando al enciclopedismo en medio de la obligatoriedad del silencio y la
prolijidad que debía reinar en las aulas.
Y si de reinados hablamos, el estudio
dirigido ocupó el trono fuertemente dentro de las metodologías pedagógicas de los setenta .Con su fórmula de
dos lecturas, dos subrayados para arribar a un resumen se desplazó en ocasiones
de los textos de divulgación científica
a los literarios bajo consignas de los manuales de diferentes mercados
editoriales. Así la lectura silenciosa
como primer contacto con el texto se impuso como el modo de leer más valorado
para luego pasar a fragmentarlo desde las diferentes voces del alumnado que
demostraban de este modo su “nivel de lectura”
la literatura infantil a las escuelas se
encontró en las aulas con la frustración de saberse tratada con la misma didáctica lectora que se aplicaba a
los textos incluidos en los manuales de áreas ahora entregados junto con la
planificación para el docente.
La pregunta entonces: ¿Cómo leer
literatura en las escuelas?
Para ello tendríamos que dar como
premisa que es posible leer literatura en el interior de una institución como la
escuela. ¿De qué depende afirmarla? De algunos factores
1) En primer lugar entender la Literatura como un acto que genera amplias
significaciones desterrando aquel único sentido que se buscaba en la manera de
leer. Siguiendo a Mabel Puccini: “la dificultad reside en incorporar un
proyecto que se basa en el acto de leer alejado de la lógica instrumental en
una institución como la escuela, en desplazar la lectura como deber a la
lectura como placer en el doble sentido de conocimiento y deseo
Es decir que el primer desafío es la transformación
de esa mirada unívoca para otorgar la libertad de sentidos que generan los
textos
2) En segundo lugar y de la mano de
lo primero se deben reforzar los espacios de formación y capacitación docente
que aseguren ese enfoque didáctico. En este sentido en el año 2002 se creó en
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el Postítulo de Especialización Superior en
Literatura Infantil y Juvenil. Su dictado fue en el CEPA y contó con la
coordinación del Dr. Gustavo Bombini y la Prof. Alicia Cantagalli, ante el
fallecimiento de Maité Alvarado. En su cursada los docentes recibieron
conferencias, talleres y abundante marco teórico brindado por docentes de la
talla de Marcela Carranza, Cecilia Bajour, Gloria Fernández, Grisel Piris y
Juan Groissman.La asidua palabra directa de los escritores fortaleció la
especificidad de esta capacitación que logró formar profesionales idóneos tanto
para el desempeño en instituciones como en espacios no formales.
Su cierre en el año 2009 dejó huérfanos a
cientos de docentes que esperaban formarse en este postítulo contagiados por el
conocimiento, la actitud y la acción de los colegas docentes ya especializados.
Sabemos que algunas Universidades como la de La Plata, EL Camahue, Mar
del Plata y San Martín dictan cátedras de Literatura Infantil y Juvenil dentro
de las carreras de Letras. A veces los docentes encuentran propuestas breves de
enriquecimiento en estas áreas en alguna de las universidades citadas. Pero a
los efectos de un mayor aporte entiendo que la didáctica de la Literatura
Infantil deberían incluirse como o materias obligatorias en los diferentes
Profesorados de Enseñanza Primaria.
Mientras tanto buscando sumar
espacios de fortalecimiento en la investigación de los escritores argentinos de
Literatura Infantil y Juvenil se crea el 15 de febrero de 2012 la Academia
Argentina de Literatura Infantil y Juvenil que se hermana con las respectivas
Academias de otros países latinoamericanos
3) Por último necesitamos que las
políticas educativas revisen su accionar asumiendo que no es importante sólo
dar libros a los chicos. Que en tal caso si la escuela no puede enseñar el acto
de leer ya que es un acto personal, tiene que enseñar el acto de crear la sociabilidad
de la lectura. Es imprescindible trabajar en la recuperación o construcción de
prácticas lectoras tendientes a la apropiación de los bienes culturales. Se
trata de desarrollar la cultura del libro y proponer al docente adscribirse
como mediador cultural.
La lectura implora por un espacio diferente de encuentro con el texto
opuesto al encasillamiento de décadas atrás.
Se trata de pensar en un cambio de
sendero que signifique dejar la ruta lineal para atreverse a entrar a una
polifonía de rutas posibles sabiendo que saltar las barreras represivas
permitirá formar a los niños en la pasión por leer que habita en cada uno de
ellos y que les habilitará a formar su propio trayecto lector
programa emitido el 07/06/2012
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