Comentario de Rodrigo Amuchástegui a partir de la función del 24 de agosto de 2019 en el teatro Espacio Callejón de "Una familia feliz" de Javier Naudeau, con dirección de Federico Buso, escenografía de Alicia Leloutre y José Escobar, Iluminación de Matías Sendón, vestuario de Analía Morales y sonido de Guillermo Krieger.
Se sabe, las familias felices no existen. No puede haber ningún espectador que haya ido a buscar –guiado por el título– algún modelo de felicidad familiar. Pero, además, cualquiera sabe que no existe la felicidad como estado continuo. La felicidad es una pluma que va para cualquier lado, pues el viento vital es impredecible. Pero, se trata siempre de crear esa ficción. Y las ficciones son también necesarias para la vida y, en este caso, la familiar, al menos la que incluya tradicionalmente a un padre, madre y algún vástago. Quien sostiene esa ficción en la obra de Javier Naudeau, es la madre, Raquel, magistralmente interpretada por Heidi Fauth, quien, con su último amante, Daniel, cree encontrar, y lo dice, ese estado terminal: la felicidad familiar. Esa situación no va a durar mucho, como es de suponer.
El viejo chiste de Woody Allen tiene acá perfectamente cabida, me refiero a ese que habla del tipo que va al psiquiatra y le dice: “doctor, mi hermano está loco, cree que es una gallina”, pero al pedido del médico de que lo lleve a tratamiento, se niega por necesitar los huevos, metáfora de los lazos afectivos que nos sostienen, por muy locos o enfermos que ellos sean. Y, es justamente esa necesidad del otro que nos da sentido la que está siempre presente en la representación; aunque ese otro no sea lo que mejor nos convenga, igual lo necesitamos. La madre necesita un otro que cumpla claramente el rol de macho, porque ella así siente que su vida tiene algún asidero, así como el barco necesita un ancla, y quien cumple ese rol en la obra –Diego López Domínguez, Daniel, excelentemente actuado también- es un ancla de hojalata. Pero le permite a ella sostener por un tiempo la ficción familiar. El sexo para ella no es un fin, solo un medio para asegurar la presencia del otro –y de sí misma. El hijo no es un ancla. El hijo es finalmente parte de ese barco a la deriva. Ciertamente, él busca esa seguridad en la demanda de un padre que no puede encontrar, porque la promiscuidad juvenil de su madre no puede servirle ahora para rememorar nada confiable. Es absolutamente comprensible la demanda del hijo por la identidad del padre y también la incertidumbre de la madre. Pero, no hay tragedia, porque el humor recorre todo el texto. Quizá el personaje más complejo sea ese hijo, Germán, encarnado por Pedro Maurizi con gran sutileza, que finalizando la adolescencia, no encuentra muchas alternativas, más allá de cierta resignación final. El amante, tiene sus objetivos más simplificados, el placer, el negocio, la subsistencia. A fin de cuentas es el único al que verdaderamente le interesa el dinero; para él no es un medio, sino un fin. Pero, tampoco hay que olvidarnos que tiene familia e hijos, sin duda también poco feliz, aunque no podamos saber qué grado de preocupación tiene por ella. Los otros personajes podrían prescindir -al menos en los tiempos escenográficos- del dinero. Los conflictos del muchacho se enredan con la aparición del complejo tercer hombre y su dualidad, Rodrigo Paredes, creíble también en sus transiciones. En él es claro que hay también una familia feliz, que debe ser mantenida cueste lo que cueste. Y, puede costar en términos de dinero, especialmente si tiene la forma de chantaje.
Propongamos también otra interpretación, mucho más breve. La vida es la que no tiene sentido y tenemos que inventarnos continuamente alternativas, alternativas que tienen mucho de pasajeras. Y, en ese caso, para la madre, la alternativa es el amante, que no debe durar mucho, aunque sí haya algún sufrimiento posterior; para el muchacho, la venganza, el juego, que las redes posibilitan, y la insistencia sobre la identidad paterna; para el amante, el riesgo, ligado al placer y a la obtención del dinero y, por último, para el padre de familia, justamente, el salirse, en una posible doble vida, de ese rol. Pero, también, deberíamos incluir al autor y su producción literaria, al director, también inventando otros mundos, etc.
La felicidad es, lo repetimos, un estado transitorio, fugaz, particularmente ficcional. Por eso, pudimos ser felices durante 70 minutos, los que dura la obra.
Para ser justos, deberíamos comentar al resto absolutamente necesario de la puesta y producción de esta excelente obra, pero la vida tampoco es justa.
Rodrigo Amuchástegui
"UNA FAMILIA FELIZ"
De Javier Naudeau
Actúan: Heidi Fauth, Diego López Domínguez, Pedro Maurizi, Rodrigo Paredes
Vestuario: Analia Morales
Escenografía: Jose Escobar, Alicia Leloutre
Iluminación: Matías Sendón
Sonido: Guillermo Krieger
Fotografía: Sol Schiller
Diseño gráfico: Sergio Calvo
Asistencia de dirección: Guillermo Krieger
Prensa: Duche&Zarate
Producción general: Javier Naudeau
Supervisión dramatúrgica: Javier Daulte
Dirección: Federico Buso
ESPACIO CALLEJÓN
Humahuaca 3759, CABA
Sábados 21 hs.
ÚLTIMA FUNCIÓN DE LOS SÁBADOS a las 21 hs. EL 31-08-2019!!!
No te la pierdas!!!
LUEGO, tres domingos de septiembre 2019:
15, 22 y 29 a las 20:30hs.!!!
Entradas por Alternativa Teatral
Heidi Fauth desde lo que no vimos de “La fragilidad del cielo”, “Una familia feliz” y “Todas las Rayuelas” –teatro- abrió la emisión de “Luna enlozada” (APOA en radio desde “La Desterrada”) el jueves 08-08-2019 con su saludo, la charla y su mirada sobre el teatro y el mundo…
Por si no pudieron escuchar el programa "en vivo" el enlace para poder escucharlo es
https://soundcloud.com/la-desterrada/luna-enlozada-apoa-08-08-2019
COMPARTO EL ENLACE DONDE ESTÁ PUBLICADA!!
http://www.alternativateatral.com/obra63957-una-familia-feliz
No hay comentarios:
Publicar un comentario