hasta tres veces.
Otros abren sus venas
para vaciarse
se arrojan ante un tren
o saltan desde un puente.
Hay quienes se ahorcan
para morir bailando.
Dicen que el método elegido
surge de los motivos
que llevan a tomar la decisión.
Mi padre se metió en la cama.
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Nuestra casa nunca tuvo timbre.
Quien se acercara
buscando u ofreciendo
tenían que golpear
o aplaudir
y esperar.
Cuando salí a anunciar
la muerte de mi padre
los timbres sonaban
las puertas se abrían enseguida.
Hubo quienes lo lamentaron
y con auténtica o fingida pena
revivieron una anécdota
destacaron un gesto.
Otros no sabían
de quién les hablaba.
A esos
les contaba sobre él
alguna historia.
Una que jamás había ocurrido.
O quizá
no de esa manera.
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