Textos de María Evangelina Vázquez del libro Ese Oleaje hirviente (Editorial Alción), leídos en “Luna Enlozada”.
Madre sustituta
El hijo de mi amiga se sienta en mis rodillas
y no sé quién cobija a quién
Seguro que soy yo la que se siente más cobijada
como si tuviera la manta más gruesa y más caliente
porque él está sentado sobre mí
en mí confía
y ese sentimiento de entrega
hace rato que no lo siento
Sus piernas son cortas y su pelo lo envuelve como un sombrero lanudo
Sus palabras de niño me salpican
Por un instante siento lo que debe sentir una madre:
hay una vida instalada en mi cuerpo
Vestuario
Algunas chicas
se pasean desnudas
yo no doy abasto con la toalla para cubrirme
la cortina de la ducha no cierra bien
No me quiero bañar
Prefiero estar transpirada
Salada
Cubierta de tierra y pasto
Las chicas están siempre depiladas
andan de aquí para allá con sus pinzas
intercambian valiosos consejos de belleza
que han leído en la revista Seventeen
Las profesoras revisan las toallas
y yo tengo pánico de que me descubran
La mía está inmaculada
Voy y la mojo
Y me mojo el pelo
Siento que ellas
vigilan también mi alma
Me huelen todo el cuerpo
buscan manchas
Pero nunca sabrán
si de verdad
estoy mojada
o si es solo un vestido de agua
lo que llevo puesto
El tren
“Si tomamos el tren para irnos a Tarascón o a Ruán, tomamos la muerte para irnos a una estrella”. Vincent Van Gogh.
Ese desgarramiento final
como si un perro salvaje comiera de nuestra carne
Empecinarse en sobrevivir a su ataque
sería vano
como vano es pretender perdurar
Aún así hay catedrales, museos, bibliotecas
construcciones humanas que se erigen contra el paso del tiempo
pero la arena corroe el poder de Ozymandias
A veces me quedo esperando que alguien dé vuelta este reloj
que el viaje no tenga la fugacidad de dos amantes que se encuentran por única vez
que al mismo tiempo pueda ser río y ser pez y habitar los sueños
como si fueran una tierra firme que crece en paralelo
Recorro las calles buscando un dios
quizás él se esconde en un gesto desconocido
quizás tengo miedo de reconocerlo
por temor a perderme en la intensidad de sus ojos
No obstante sigo buscando
aquello que pueda prolongar esta estadía
o al menos el consuelo de un pasaje a las estrellas
Sólo de ida
Latidos
El dolor late
me dijo el poeta
Yo cuando lo abrazo
puedo sentir ese dolor latir
dentro de su cuerpo
No sé si él sentirá el mío
quizás confunda sus latidos
con los de mi corazón
o quizás mi dolor esté latiendo
al mismo ritmo que el suyo
y nuestros compases coinciden, se mezclan
Pienso que estos latidos
pueden ser lo único que tengamos en común
Él que se come al mundo
Yo que muchas veces me sentí devorada
él que
hace de su voz un sonido público
yo que escondo mi voz en los pliegues de la noche
(¿podrá aturdir el canto al latido del dolor?)
No nos besamos pero
tomamos de la misma copa
un vino añejo espeso e incluso agrio
Y el dolor queda en el aire
porque de tanto nombrarlo
se vuelve transparente
María Evangelina Vázquez
correo electrónico:
lunaenlozada@gmail.com
todos los jueves de 19 a 20 hs.
desde ABRIL de 2016
por "La Desterrada"
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Teléfonos: 4383-9773 y 4383-9774
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