voluntad
entonces, todos los elementos dispersos integrando series
superpuestas
y sin embargo sin presentimiento de convergencia:
el jarrón
nueces
la nariz de Aída
¿León, León, me oís?
soy la idea, cereza
nariz, idea
a tu verdadero hogar se da, León
la forma de tus días, jarrones
examen: ordenando las cosas
en acuerdo con las cosas
en proyección de lo que son afuera, León
debería estar ocurriendo
en unos momentos:
¿entre cerezas Aída se pierde?
¿si tapara nariz en actitud recíproca la cereza?
como la mariposa descendiendo
sobre el acto del mundo hacerse
de grácil actitud
anunciando leve la caricia
así, preguntarse dirigiendo cierta inflexión
no en lo dicho
ni antes:
en el instante ya que reclamaste el pensamiento
ahí, ¿no me ves?
Aída, ahora
voluntad
no cereza
jarrón
nariz
Cereza mayor: deberías entonces
ubicar el jarrón en su lugar, León
ayudarnos con el plano: somos cerezas, ¿qué podríamos hacer?
insistir, y eso no es lo peor
coro de cerezas: ¡nosotras, nosotras!
cereza joven: ¿por qué no se acerca?
cereza mayor: deber, es el deber
voluntad de parecerse a la idea
entre la creación y la conciencia los huesos, León
tu nombre y nada más que eso
es
la religión que nos une, habría que agradecer y no anular
darse tan poco
múltiples gestos intentos de hacer
en cada calificación que venga a explicar las cosas
en su entidad moral, de ahí
que verdadera nobleza tenga el jarrón:
todos los años se deja mirar y si lo escucharas a veces
si estuvieses más atento a él
nos hubiésemos conocido antes
toda cosa es un idea que acecha y yo
León, que no me puedo dar al pensar tuyo esta tarde
porque no hay suficiente jarrón
mesa o deseo
sólo nariz de Aída, pugno igual
para que sigas el ritmo de lo que digo
nada tuyo, León esas palabras
pero sí su consistencia de oración, salud
fragmentos de resistencia:
deja ya esa actitud
donde estaba antes
Jarrón: jarrón
Elefante: salud, salud
Paloma: las flores entramadas y el amable chaparrón de la tarde León, las loas que te cantan
Jarrón: jarrón
Mauro LoCoco
la heredad
preludios de un duelo
en la piel, melodías
euforia vendaval
las hojas secas piedras
gritan desorbitados murciélagos
ventanas hamacan sombras
una mano rompe el vidrio
silencios inconfesos
danza
el rumbo vuelve con dagas
papeles bajo un brazo
trepan chirridos
cae sangre
cae la muerte
amapolas arrancándose insomnios.
Compases
toco una rama caen nueces flores
salpicadas de barro
guardo las cáscaras
sobre un puño restos de higos
con semillas
de mandarina que robé armo filas
o collares o una casa de muñecas
o un botín musical para mis cajas
entre tejidos álbumes corcheas
los amores en semifusa.
Hago claves de sol con el velador
ahora
que deseo
despertó de la siesta
y merodea abrazos
con sus cartas electrónicas
ceba mates y adioses
a los llenos de vagar
de partir sin puntos
suspensivos con nada que
reiniciar labrar
llegar en sonrisa
agencio cicatrices renglones
cabe una hormiga en la hoja de preguntas
bajo sus patas entrarían todos los signos
router
suelta sin señal
sin buscador de palabra
una silla responde desde arriba
canción de tiempo
escalón de mí.
Amanece
levanto la persiana
me acerco al tránsito de bocinas
desayuno con piares urbanos
edificios antiguos de una villa
y no muero
morí vos dama blanca
detrás de tu capa no habrá insomnios
quemé estampitas alfileres, vacié armarios
los fantasmas huyeron de la pieza
clavados en un ala
del sombrero
se deshilacharon participios
evocaciones nítidas
cada ladrillo no es un sistema de medición
desteñidos de noche se hunden los mapas
tempestades sin naufragio
el disfraz risa
sin trueque
tierra teatro: vaga
no caigo útil.
En el horizonte la aguja del agua teje un río
mi boca descose penumbras
cargamentos áridos, urgencias
sin retorno los puertos de no
por eso morí vos blanca
los gorgojos chillan en tus muelas
renglón hueco de fe, morí vos.
En ruedas viajo, mecedora
la casa el cincel
ceremonias móviles
no enciendo ni apago luces
ni sombras del bosque
a duermevela pinto señales con rutas a lápiz
encuentro descalzo un hombre
y veo a mi padre.
Reescribo días
bajo las manos llevo olor a quinoto
un reloj besos en la frente
no borro estrellas ni lunares
en pizarras de infancia el ramo la novia
ruedo del vestido abrazo
silencios palabras
y veo a mi madre.
Anclo anzuelo en muelle juventud.
No congelo caricias ni prescribo fórmulas
mordí un manzanar, ¿mujer
objeto, placer goce?
Fui a las entrañas del sexo y al espejo
¿amo, amor? ¿él yo?
pesqué indicios
si se desborda se pierde
si de desborda se devela
empujé en espacios cóncavos del brazo
No-azar. Monedas. No.
Las reglas del juego cambian.
Yo escribo heredad sobre la tierra.
Alguien besará una pala en mis manos.
Cecilia Moncalvo
Mu: provenía del jarrón como circunstancia
Pulso
Intuición siempre provisoria de centros y aquellos
Otros destinos donde la idea se posa
Y mira, ¿será
La cereza perspectiva en la mañana
Cuando Aída baila
Baila y camina mientras limpia?
¿dónde se proyecta la imagen cuando cierras
los párpados e imaginas la brisa- ella
no las cortinas que afecta-?
Jarrones, cerezas, nariz
bajo el influjo discontinuo de mu –elefantes-
que aísla y reúne
arruina así
la posibilidad de encontrarte, ciego
o ser jarrón, cristal
Mauro LoCoco
Colgarse pendientes de la boca
Collares de la palma de la voz
Cristina Piña
¿mudar cintillo?
camafeo de la garganta de la letra
sortija de cadencias en tramas del habla
soltar abalorios y la cuerda de la muñeca del poema
tintineo de dijes en el fondo de la palabra
cincelarse los labios con la punta del fonema
que ovilla y expande rulos despeinados de sonido
soy ojos de silencio en ángulos abiertos del mimbre
desencadeno dianas de la ceja, esclavas de la mirada
a espalda de excepción zafiro, sello ombligo
desabrocho tiara con certeza
desprolija de silencio
rota de lamer oro voy arrodillada entre lajas
el cascabel de la inasible zumba húmedo aquí, rubí
espaciada en el sexo que me llueve jade, voz joya veníi
soy canasta afincada al origen circular de todos tus abrazos
aquí aquí amor, haz del rincón pedrería sí ¡desatáme la boca!
Cecilia Moncalvo
Veraz, irreductible
tenor
entre ideas Aída se agita
y habita así las corrientes
entre bordes y variaciones de clases: piel
de cereza, nariz jarrón; ella
ahora que la imaginas blanca
cuando lo blanco disputa el orden con la blancura
Aída y su idea confundidas, ¿será
esa complaciente vaguedad la razón de su especie?
podrías llamarla cuando baila y acudir
quizás
otra?
Mauro LococoL
eso de tanto escuchar tu cd de jazz
Una música intáctil es lo que ahora sentimos
Diego Bentivegna
mi diapasón
Agudizas graves
soldado compás intermitente
sinfín caída libre
Armonías
Te anidaré llanura
relieves
después suenan resabios negros
discos pasillos
una puerta el reloj
retumba en casa
a ingrávida fuerza de memoria
los añicos arden en las pistas
cantan amor
aún siento
afonía en los acordes
todo suena
a herrumbre de soslayo
aún es ese viento
roto en la burbuja
donde ríes me derrotas sombras
Cecilia Moncalvo
Por si no pudieron escuchar el programa "en vivo" -con la lectura de poemas- el enlace para poder escucharlo es
https://soundcloud.com/la-desterrada/luna-enlozada-apoa-24-01-2019
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