LOS QUE SIEMPRE ESTUVIMOS
Aquí estamos aún, los que siempre estuvimos,
volviendo del exilio de la idea y la palabra.
Aquí estamos aún, porque así lo quisimos.
El invierno ha pasado.
Hoy la savia reverdece.
Aún tiene sabor amargo...
Fuimos los muertos de pie y en carne viva,
testigos de la infamia, con los ojos vacíos
y nuestras manos huecas labrando la esperanza.
Con el frío en los huesos y el paso vacilante.
Con el llanto enmudecido
en algún rincón del alma,
y el miedo agazapado, como sombra a la espalda.
Pero aquí nos quedamos,
gastándonos los sueños
y sin otra fortuna que la de seguir estando,
porque el hogar, los hijos...
porque esta tierra nuestra,
porque el dolor, la Patria...
Porque aunque muertos y de pie,
seguíamos haciendo falta
como estandarte, para anunciar la vida;
como el mástil necesario para enarbolar la Patria.
El invierno ha pasado,
la savia reverdece,
en cada surco nuevo germina la esperanza
y de aquel sabor amargo que trepó a las gargantas,
hoy queda sólo un poco,
un poco ... , casi nada.
Es tiempo ya…
En el perfil azul del horizonte,
una promesa de luz nos ha nacido...
Es tiempo de tomarnos de la mano
y transitar el rumbo convenido.
De saber, con certeza, a dónde vamos,
sin olvidar de dónde hemos venido.
Es tiempo de rezar por nuestros muertos
y agradecer, por la ventura de estar vivos.
De comenzar a disculparnos lo negado
y de pedir perdón por lo omitido.
Es tiempo de vivir la paz que proclamamos
pero que aún, no todos construimos,
y de buscar a la vuelta del arado,
la respuesta del surco con el trigo.
Es tiempo de tener las manos limpias
para amasar el pan y compartirlo,
y de mostrar, con el ejemplo, a nuestros hijos,
que practicamos lo mismo que exigimos.
Es tiempo de “cultivar la rosa blanca”
y de salir al encuentro del amigo,
para poder mirarnos a los ojos
y ofrecer nuestros brazos extendidos.
¡Es tiempo ya de levantar la frente
y comprobar que por fin, ha amanecido!
Mujer
Mujer espiga…
En tu cuerpo fecundo,
como en los surcos de la sementera
está latiendo el germen sublime de la vida.
Mujer rocío…
Danos el agua fresca de tu mirada limpia
y el pan amanecido de tus blandas caricias.
Mujer hoguera
En tu abrazo infinito se iluminan los días
y las noches calladas, se amparan en tu abrigo.
Mujer… mujer asombro,
resuelta en luz,
en lágrima y sonrisa,
en el dolor y el gozo,
en penas y alegrías…
Dime qué estrella nueva ciñe tu frente clara
para abrazarme a su luz y averiguar mi camino.
Cuando la tierra entera se estremezca
y un Ángel y su trompeta lleguen
para anunciar al mundo, el final de los tiempos,
tú, seguirás de pie, mujer… mujer coraje,
con tu lámpara encendida, dispuesta,
como una flor intacta, de pétalos fragantes
y un cáliz siempre virgen
donde anidar el polen para gestar la Vida.
Irma Droz
Santa María de Punilla
Córdoba – Argentina
irmadroz@hotmail.com
http://americamadre.blogspot.com.ar/
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