Último viaje
El navegador de tabernas
el de los imprevistos amores,
sepultó en humo los espejos
y se alejó masticando soledades
como quién rechaza un destello.
Tenue mariposa de vino
-vaivén de sangre y cautiverio-
le caldeaba las mareas.
Rebelde
deshizo los cabos del Tiempo,
imploró clemencia
al espigón de los anhelos
y lastimados sus horizontes
con promesas de sol.
Hizo proa a los aciagos
de la honda
hondísima
Noche.
De “Celebración de los bosques y nada más que la vida” (pag. 51)
Ediciones La Luna Que 2001
Obra autografiada 2002
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