DESPERTAR ASTRONAUTA EN LUNA LLENA
Armstrong pisa la Luna, da el segundo paso,
observa allá a lo lejos, flotando
en la oscuridad y el vacío infinitos
la pequeña perla azul.
¿Cómo se sostiene sola entre tanta inmensidad
mientras que, como Armstrong sabe, contiene un milagro en infinitas formas?
Armstrong recuerda el reto de la maestra: -“a ver Armstrong, usted siempre en la Luna”. Pisa el astro que marcó los nueve ciclos de su gestación, farol de senderos nocturnos en el bosque, que enamoró a aquella mujer con su cuarto menguante, inspiración de bardos, cráter donde han habitado peligrosos selenitas imaginarios, pasión de Verne, Diosa griega, verifica así al pisar que no es un globo blanco la Luna, sino sólida roca. Armstrong ve la Tierra elevarse como un globo celeste sobre el cielo lunar. Piensa en sacarse el casco para mirar mejor, pero recuerda que en la Luna, como en todo el Universo, no hay aire, sólo en aquella ínfima bola azul.
El primer paso fue para la Luna y la gran frase histórica. El segundo fue para la Tierra, para quedar hipnotizado por la maravilla diminuta allá redonda en su azulidad.
Se da cuenta al hacer pié en la Luna que es aquella perla el reino de los cielos, el reino de los cielos azules, tibio y vivo en la fría y oscura inmensidad inerte.
Entonces ese hombre metido en un traje de astronauta, comprende súbita y profundamente todo.
Comprende la vida, el universo, la existencia y otras muchísimas cosas inexplicables. Adquiere súbitamente la comprensión de un Buda.
Houston, por la radio, recibe ese mensaje del comandante de la Apolo Once. Pero lo guarda celosamente como secreto de la Nasa, no sea cosa que toda la humanidad llegue, como Armstrong, a comprender y despertar.
III
Esa ternura
esa forma caprichosa pero eficiente de ser
ese diseño único e irrepetible
mínimo ante el cosmos, gigante ante el átomo
demostrando irrefutablemente
la existencia.
IV
En medio del desastre de la confusión y el miedo jaqueante
imprevistamente
brota
en el centro de la rueda del automóvil, en el centro del Universo.
Suavemente posada
aletea naranja
como si su suave ínfimo mover de alas hiciera
danzar todas las cosas de la ciudad, del campo y del cielo
sin intención
sin darse cuenta
o quizás sí.
OTRA VERSIÓN DEL MITO
Huir de la cárcel labrada por la historia propia y humana.
Crear estambre real erguido ante el vacío ilusorio.
Ser rescatado por la invisible matriz que todo nos sos tiene.
Capricho de lo innombrable hacer posible lo imposible,
momento a momento, de infinitas formas.
Entregarse confiado a ese flujo.
Acteón toma las riendas de sus perros voraces
y les da un alimento más sabroso
sano y duradero.
Los salvajes inocentes y poderosos devoran
a gusto el fruto fortaleciéndose todos.
Cabalgar un arco iris que fluye de mi Tierra.
Javier Robledo
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